Pantera
Logré engañar al insomnio y dejarlo fuera, para vencerlo fue necesario ensayar una y otra vez las estrategias de la mentira (semejantes al ritual con que se revuelcan una y otra vez en el hastío los matrimonios que llevan demasiado tiempo).
Escucho lejano el andar nervioso de la pantera, el golpe pétreo y desesperado de sus garras en la puerta, hasta que el sueño va alejando su presencia.
En el punto refulgente con que se vence la vigilia, ese silencio, penetra nítido el chirrido de un grillo solo, enseguida otro y luego otro, hasta ser legión, hasta no poder escuchar otra cosa.
Humillado, con los ojos abiertos y en espera, sé que la pantera se tiende satisfecha y sonriente, rodeada del ejército de grillos que acompasa su estruendo hasta semejar el ronroneo de los felinos en brama.
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