Perdón por intolerarlos
Porque lo digo yo
De entre las miles de maneras posibles de cancelar un diálogo destaca por patética, sólo un poco más que la decisión de tomar un arma y cambiar las ideas por la violencia, considerarse a uno mismo fuente incuestionable de la verdad, cancelar las ligas indispensables con la realidad que requiere un argumento, que baste como demostración el mero hecho de enunciarlo, cuando el otro esgrime un Porque lo digo yo es posible escuchar el estrépito con que la inteligencia cae por las escaleras.
Porque lo digo yo, dicho en cualquier circunstancia, muestra un claro desprecio por el otro, intenta funcionar a manera de justificación cuando lo cierto es que declara una ignorancia rampante, sin embargo, la chabacanería de nuestra clase política le permite emplear esa frase como forma recurrente de fundamentar sus acciones, sabe que los ciudadanos no asumimos los derechos y obligaciones de la rendición de cuentas, que basta decir que las cosas son así para probar lo que sea.
Acostumbrados a que la rendición de cuentas se quede en buenas intenciones, se permite en Aguascalientes que un regidor viaje a Europa con gastos pagados y regrese a confesar cínicamente la inutilidad de su viaje, porque la oficina que buscaba tenía una sucursal en México, es decir, planeó un viaje y obtuvo los recursos públicos para realizarlo, para al final decir: “tuvimos que ir hasta Francia para darnos cuenta de que aquí está una oficina” ¿De quién es la culpa?, quién sabe, de nadie entonces, porque se justificó señalando que el equívoco se debió a una “falta de comunicación”. (sobre el viaje del regidor perredista Abel Hernández Palos ver nota en La Jornada Aguascalientes de enero 26)
Uno supone que hay mecanismos que evitarían estos actos de corrupción, de hecho estoy seguro de que existen, que para obtener el pasaje de avión, los viáticos, se requiere seguir un procedimiento administrativo que impide gastar el dinero en forma tan inútil, pero la creatividad de la clase política es más grande que cualquier traba que se le quiera poner a su parasitismo, las cosas se pueden hacer Porque lo digo yo.
Pareciera destino fatal que los mecanismos de control que se le imponen a la clase política estén destinados a ser violentados, siempre se encuentra la forma de darles la vuelta, ni siquiera se pone mucho empeño o se dedica inteligencia alguna, se intuye que nosotros, los ciudadanos, dejaremos pasar una vez más la falta de claridad.
Otro ejemplo de cómo se le puede sacar la vuelta a los mecanismos que suponen facilitan la rendición de cuentas es realizar una interpretación de la ley que promueva la opacidad, por ejemplo, cobijarse en el Artículo 38 de la Ley de Transparencia y Acceso a la Información del Estado de Aguascalientes para declarar “improcedente” una solicitud de información porque la información no existe. Así lo hacen los diputados locales. A través de la sección de transparencia con que cuenta la página en Internet del Congreso local se remitió la siguiente pregunta: ¿Cuáles son los criterios para establecer el salario que perciben los diputados de Aguascalientes?
El titular de la Unidad de Enlace de Transparencia, Diego Alfonso Torres Pérez, contestó: “El Congreso del Estado no cuenta con ningún registro contable de las razones o del criterio seguido por los Diputados integrantes de la LVII Legislatura por medio del cual establecieron la dieta que deben de percibir cada uno de los representantes populares. En este sentido y como ya lo mencioné esta es la cuarta Legislatura que percibe la misma dieta establecida por la Legislatura antes mencionada. Así mismo (sic) con fundamento en el Artículo 38 de la Ley de Transparencia y Acceso a la Información del Estado de Aguascalientes, esta Unidad de Enlace de Transparencia cataloga como improcedente su solicitud por tratarse de información inexistente”. La respuesta que es de más de dos cuartillas se resume en un simple y llano: No sabemos. Pero eso no basta, además hay que declarar improcedente la pregunta.
Con fundamento en la ley, los diputados evaden la responsabilidad de rendir cuentas, ya que al declarar improcedente una pregunta se está implicando que la solicitud no se realizó conforme a derecho o bien que es inadecuada, en cualquier de los dos casos la culpa es de quien formuló el cuestionamiento, no de quien no sabe, no puede o no quiere contestarlo.
La respuesta de los legisladores, el no contar con documentación sobre el procedimiento para asignarse un sueldo, el no haber realizado una investigación para justificar lo que los ciudadanos gastamos en ellos, eso sumado a la aceptación cínica de “así estaba cuando llegamos” y vamos a hacer como si no nos hubieran preguntado es un enorme Porque lo digo yo.
Saber por qué ganan lo que ganan los diputados es importante no por un puro afán quejoso en el que se subraye lo mucho o demasiado que perciben por su trabajo, sino para conocer cuáles son las reglas bajo las cuales decidimos pagarles cierta cantidad para representarnos y saber cuáles son las opciones cuando la percepción general es que no están cumpliendo con su trabajo, con mayor razón en tiempos electorales, cuando los candidatos y partidos se alistan a prometer las perlas de la virgen a cambio del voto.
Rendición de cuentas y transparencia no es mucho pedir, no debiera serlo en una democracia que tiene uno de sus fundamentos en la participación ciudadana.
Publicado en La Jornada Aguascalientes (18/02/09)
Porque lo digo yo
De entre las miles de maneras posibles de cancelar un diálogo destaca por patética, sólo un poco más que la decisión de tomar un arma y cambiar las ideas por la violencia, considerarse a uno mismo fuente incuestionable de la verdad, cancelar las ligas indispensables con la realidad que requiere un argumento, que baste como demostración el mero hecho de enunciarlo, cuando el otro esgrime un Porque lo digo yo es posible escuchar el estrépito con que la inteligencia cae por las escaleras.
Porque lo digo yo, dicho en cualquier circunstancia, muestra un claro desprecio por el otro, intenta funcionar a manera de justificación cuando lo cierto es que declara una ignorancia rampante, sin embargo, la chabacanería de nuestra clase política le permite emplear esa frase como forma recurrente de fundamentar sus acciones, sabe que los ciudadanos no asumimos los derechos y obligaciones de la rendición de cuentas, que basta decir que las cosas son así para probar lo que sea.
Acostumbrados a que la rendición de cuentas se quede en buenas intenciones, se permite en Aguascalientes que un regidor viaje a Europa con gastos pagados y regrese a confesar cínicamente la inutilidad de su viaje, porque la oficina que buscaba tenía una sucursal en México, es decir, planeó un viaje y obtuvo los recursos públicos para realizarlo, para al final decir: “tuvimos que ir hasta Francia para darnos cuenta de que aquí está una oficina” ¿De quién es la culpa?, quién sabe, de nadie entonces, porque se justificó señalando que el equívoco se debió a una “falta de comunicación”. (sobre el viaje del regidor perredista Abel Hernández Palos ver nota en La Jornada Aguascalientes de enero 26)
Uno supone que hay mecanismos que evitarían estos actos de corrupción, de hecho estoy seguro de que existen, que para obtener el pasaje de avión, los viáticos, se requiere seguir un procedimiento administrativo que impide gastar el dinero en forma tan inútil, pero la creatividad de la clase política es más grande que cualquier traba que se le quiera poner a su parasitismo, las cosas se pueden hacer Porque lo digo yo.
Pareciera destino fatal que los mecanismos de control que se le imponen a la clase política estén destinados a ser violentados, siempre se encuentra la forma de darles la vuelta, ni siquiera se pone mucho empeño o se dedica inteligencia alguna, se intuye que nosotros, los ciudadanos, dejaremos pasar una vez más la falta de claridad.
Otro ejemplo de cómo se le puede sacar la vuelta a los mecanismos que suponen facilitan la rendición de cuentas es realizar una interpretación de la ley que promueva la opacidad, por ejemplo, cobijarse en el Artículo 38 de la Ley de Transparencia y Acceso a la Información del Estado de Aguascalientes para declarar “improcedente” una solicitud de información porque la información no existe. Así lo hacen los diputados locales. A través de la sección de transparencia con que cuenta la página en Internet del Congreso local se remitió la siguiente pregunta: ¿Cuáles son los criterios para establecer el salario que perciben los diputados de Aguascalientes?
El titular de la Unidad de Enlace de Transparencia, Diego Alfonso Torres Pérez, contestó: “El Congreso del Estado no cuenta con ningún registro contable de las razones o del criterio seguido por los Diputados integrantes de la LVII Legislatura por medio del cual establecieron la dieta que deben de percibir cada uno de los representantes populares. En este sentido y como ya lo mencioné esta es la cuarta Legislatura que percibe la misma dieta establecida por la Legislatura antes mencionada. Así mismo (sic) con fundamento en el Artículo 38 de la Ley de Transparencia y Acceso a la Información del Estado de Aguascalientes, esta Unidad de Enlace de Transparencia cataloga como improcedente su solicitud por tratarse de información inexistente”. La respuesta que es de más de dos cuartillas se resume en un simple y llano: No sabemos. Pero eso no basta, además hay que declarar improcedente la pregunta.
Con fundamento en la ley, los diputados evaden la responsabilidad de rendir cuentas, ya que al declarar improcedente una pregunta se está implicando que la solicitud no se realizó conforme a derecho o bien que es inadecuada, en cualquier de los dos casos la culpa es de quien formuló el cuestionamiento, no de quien no sabe, no puede o no quiere contestarlo.
La respuesta de los legisladores, el no contar con documentación sobre el procedimiento para asignarse un sueldo, el no haber realizado una investigación para justificar lo que los ciudadanos gastamos en ellos, eso sumado a la aceptación cínica de “así estaba cuando llegamos” y vamos a hacer como si no nos hubieran preguntado es un enorme Porque lo digo yo.
Saber por qué ganan lo que ganan los diputados es importante no por un puro afán quejoso en el que se subraye lo mucho o demasiado que perciben por su trabajo, sino para conocer cuáles son las reglas bajo las cuales decidimos pagarles cierta cantidad para representarnos y saber cuáles son las opciones cuando la percepción general es que no están cumpliendo con su trabajo, con mayor razón en tiempos electorales, cuando los candidatos y partidos se alistan a prometer las perlas de la virgen a cambio del voto.
Rendición de cuentas y transparencia no es mucho pedir, no debiera serlo en una democracia que tiene uno de sus fundamentos en la participación ciudadana.
Publicado en La Jornada Aguascalientes (18/02/09)
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