René decreta la muerte del cuento, apuesta a que como género no da para más. Muy bien, que se muera, estoy seguro que será una larga agonía, mejor dicho, una muerte igual de falsa que la que ha venido sufriendo la novela, casi desde el momento mismo en que nació como tal.
Estos apuntes rápidos son respuesta a la provocación de René.
1. Empiezo con una coincidencia con el texto de René: sí, los géneros literarios no son para siempre, sobre todo porque son sistemas que se modifican de acuerdo al placer de quienes los proponen. En su punto 1, René realiza una rara mezcla de esas clasificaciones y coloca al mismo nivel la poesía épica, la novela de folletín y los sermones, mientras que como subgénero presenta a la ciencia ficción. En 1a crece la mezcolanza agregando a esa categoría de género soneto, cuento, novela, non fiction y “cierto periodismo con tintes literarios”. Es un sistema caprichoso, difícil de seguir, pareciera que todo es “género” literario, no hay un criterio que permita distinguirlos, sólo se presenta un listado. Como no es una conversación acerca de los géneros literarios, y para no atorarnos en ese bache, que sea el cuento un género.
1a. Sin embargo no puedo dejar pasar la mención a “poesía medida”, primero porque asegura que el siglo XX le asestó la estocada mortal, segundo porque no me queda claro a qué se refiere, ¿”poesía medida” contra “verso libre”?, pero si eso no existe, ya lo desestimó T.S. Eliot así: “And as for "vers libre", we conclude that it is not defined by absence of pattern or absence of rhyme, for other verse is without these; that is not defined by non-existence of metre, since even the worst verse can be scanned; and we conclude that the division between Conservative Verse and Vers Libre does not exist, for there is only good verse, bad verse, and chaos”.
2. Una vez aceptado que el cuento es un género en sí, René abre otras posibilidades en su punto 2, al especificar que cuando habla de géneros se refiere a formato y enseguida afirma que el cuento, como modelo, no tiene la fuerza de “la novela, el ensayo, el non fiction, cierto periodismo con tintes literarios”… entonces, ¿en qué quedamos?, líneas arribas, junto con la poesía épica descartas a Los tres mosqueteros y hasta donde entiendo, es una novela.
3. Para argumentar la muerte del cuento, punto tras punto René mueve el sitio del entierro, primero se trataba de la caducidad del formato, después de la debilidad de un modelo, ahora se trata de un “asunto de percepción, de cómo vemos a nuestra sociedad y el uso o desuso que se le da a un género literario. Podríamos buscar indicadores y plantear fórmulas para medirlo, pero creo que es una trampa sin salida. No obstante, me voy a contradecir y plantear un indicador claro: cuando los lectores de un género, obra o periodo se reducen sólo a los lectores académicos, su objeto de estudio está muerto. Un poco como una lengua muerta, un libro sin lectores es un libro muerto. Y si nadie lee cuentos, fuera de la academia, pasará lo mismo con ese género”.
No sé a qué se refiera con “lector académico”, pero estoy seguro de que no entro en la categoría y como se trata de percepciones (que por sí mismas no generan un indicador claro) puedo asegurar que son millones los lectores de cuento; claro, estoy dispuesto a decir que estoy equivocado con un sola condición, que René compruebe la reducción a “sólo los lectores académicos” del cuento.
4. ¿Por qué no hay un solo género literario?, por la necesidad de clasificar, no por el tedio o la utilidad de quien escribe, tampoco por su propósito. René afirma que “cada género funciona para un propósito distinto. Ese propósito puede ser ético, estético, político, social, etc. o una combinación de los anteriores”, de nuevo la confusión, ¿un texto pertenece a la categoría “género cuento” de acuerdo al propósito del autor?, me parece que no.
Pregunta René “¿qué lleva a un hombre sano a leer Ulises o La broma infinita?”. Como no responde, me hago la misma pregunta y aseguro que el placer, bueno, primero porque puede hacerlo, segundo, porque desea hacerlo. ¿A qué la pregunta? Tampoco me queda claro, pero hay cierto tufillo discriminador, son los enfermos quienes leen a Joyce o a David Foster Wallace, ¿en serio?
5. Por más que intenta regresar a la muerte del cuento, a René le gusta la dispersión. Para indicar dónde está el blanco al que apunta sus tiros asegura que la literatura tradicional está muerta, ahí coincidimos, como no hay una definición de dónde agarrarse, tanto su idea como mi idea de “literatura tradicional” bien pueden morir. Enseguida cita cuatro modelos de cuento de acuerdo a Lauro Zavala: cuento clásico, cuento moderno, cuento posmoderno e hipertexto… sigue René retrasando los motivos que lo llevan a decretar la muerte del cuento, en esta digresión aprovecha para desechar a Coover, a la obviedad de que lo que hoy conocemos como cuento podemos proyectarlo hacia el pasado y bajo esa luz llamar cuento a escritos antes de 1842, simplifica el nacimiento del cuento a la necesidad de llenar el espacio en una publicación periódica y por más que intenta no aterriza en el prometido nacimiento, auge y decadencia del cuento, aunque eso sí, llegamos a la descripción del lector de cuentos ideal:
“Para el lector de cuentos, su lectura también implica un cierto ritmo de vida. Un interés en la materia de los cuentos, sí, pero también en su formato: en comprar revistas con cuentos, en las ventajas que le ofrece su brevedad, en que le brinde un divertimento breve, una sorpresa, una noticia del alma humana.”
El problema es que se puede cambiar la palabra “cuentos” por “poesía”, “ensayos” y no pasa nada, toda lectura implica un cierto ritmo de vida y un interés por la materia de lo escrito, mientras que sobre las revistas con cuentos, bueno, las hay con ensayos y poemas.
6. No está mal declarar la muerte del cuento, de algo servirá, agitará las aguas por un momento, llevará a una reflexión al autor de la esquela y, seguro, le picará la cresta a algún otro. Lo terrible es que los argumentos parten de premisas falsas o al menos no comprobadas, percepciones que generalizan. Señala René que la radio, el cine, la televisión y hasta internet sustituyen la tecnología que dio auge al cuento y por eso el lector ya no tiene interés en leer cuentos. Ahora me toca citar a Lauro Zavala, quien identifica los siguientes elementos comunes en todo cuento literario: tiempo, espacio, personajes, instancia narrativa y final, elementos que se pueden encontrar en series como Dimensión desconocida, Seinfeld, Fringe, Sopranos, Simpsons… cada una de esas series cuenta un cuento por capítulo, sin embargo, ninguna sustituye una antología de cuentos, un volumen de Cortázar, de Carver… Es decir, el público está interesado en las historias, centrar la falta de interés en leer en el desarrollo de los medios electrónicos es simplificar.
Que las editoriales le huyen a los libros de cuentos es otro de esos argumentos simplificadores, con ese argumento, mejor declaremos la muerte de la literatura toda, si lo que rige es el mercado, la atención que se brinda al público y como se disminuye al lector, de nuevo, cualquier género puede ser declarado muerto.
7. En las razones hipotéticas por las que el mundo actual es hostil al cuento que propone René apuesta a que las películas tienen una estructura similar al cuento y evita señalar que también se parece a la novela, hace un lado la forma en que los argumentos cinematográficos se alimentan de las novelas, tanto o más que los cuentos. Siguiendo esa idea, el mundo actual, al menos el del cine, no es en absoluto hostil, la más de las veces requiere de la literatura.
8. Un término que me causa escozor es non fiction, al que René acude con facilidad, incluso lo señala como el mutante con mayor capacidad de adaptación “a estos tiempos”, ¿qué es non fiction?, yo aseguro que una etiqueta de marketing, René lo define como el “mejor término para clasificar a todos esos libros que mezclan ensayo, memorias, crónicas, biografías, estudios, reflexiones, etc.” Ah, un ensayo, tan simple como eso, Las conjeturas sobre un sable o El Danubio de Claudio Magris, ensayos; El viaje, de Sergio Pitol, ensayos; Último round o La vuelta al día en 80 mundos, de Cortázar, ensayos… dirá René que no, porque mezclan “ensayo, memorias, crónicas, biografías, estudios, reflexiones, etc.”, sí, como los textos del padre del género, como los Ensayos de Montaigne. Así que eso del non fiction… pura etiqueta.
9. En una segunda lectura del texto de René me quedé con la impresión de que estaba hablando de otra cosa, palabras como soporte, formato, la mención a las nuevas tecnologías, la insistencia en que el cuento no se adaptará; quizá está hablando de cómo la televisión, internet, el cine, la radio están afectando a la escritura. De ser así, me ayuda a explicarme la reacción que me provocó su texto, me suele ocurrir cuando alguien se presenta como blogger o como twittero, asumiendo la personalidad del medio; similar a la extrañeza que me provoca cuando un autor se presenta a sí mismo como poeta y escritor, ¿que el poeta no escribe?
10. Creo que René se equivoca en sus razones por las que señala que el cuento no se va a adaptar. La reducción de espacios es ficticia, mientras se cierran los suplementos y desaparecen las revistas, abundan los blogs, las revistas electrónicas, las páginas dedicadas a contar historias, a presentar cuentos.
11. Casi pare cerrar René insiste con lo de la non fiction: “Lo que hace 50 años parecía brevedad se vuelve ahora pesadez: una novela, un libro de non fiction, se puede leer a pedazos e interrumpirse a placer, pero un cuento exige una lectura sin distracciones y de corrido. Son más breves la canción, el programa televisivo, el filme, el videojuego y a veces son mucho más atractivos. En muchos casos, cubren la misma función del cuento”, se olvida del derecho del lector a leer como se le pegue la gana, que eso lo puede hacer con una novela, un poema, un ensayo o un cuento. Acerca de la brevedad de otras cosas comparadas con el cuento, no sé si a propósito omite los “géneros de escritura mínima” (como los llama Laura Zavala), minicuento, microrrelato, microensayo, minicrónica, metaficción ultracorta, poema en prosa, epigrama, fractales… y tantos, tantos otros.
12. El cierre de René intenta con una imagen resumir el caos de su argumento, es un buen párrafo: “Hace un mes, veía en un supermercado un tornamesa precioso. Era el tocadiscos de mis sueños: lector de punta de diamante (que ni siquiera toca el disco, sólo lee ópticamente el zurco), mecanismos de estabilización electrónica, buffer de 20 segundos, eliminación de ruido. Y es que, créalo o no, los tocadiscos de hoy en día han avanzado enormemente su tecnología. ¿Pero quién usa discos de acetato? Los cuentistas de hoy son como ese tornamesas: maestros de una tecnología en decadencia. Vale la pena leerlos, antes de que desaparezcan.”
Esas líneas me confirma la idea de que René quería hablar de otra cosa, pero la muerte del cuento se le hizo atractiva, ¿quiénes usan tornamesas? Los DJ profesionales, siguiendo su propuesta sería fácil caer en la tontería de valorar a los cuentistas por encima de los novelistas o los poetas, pero no va por ahí, lo que yo creo es que tanto el acetato como el pinchadiscos son un intermediario entre el lector y el cuento, que el día de mañana seguiremos escuchando música aunque desaparezcan o se transformen las IPod, ya pasó con el walkman, seguiremos escuchando música más allá del soporte, no perderán vigencia las Suites para Cello de Bach, sin importar que se escuche la interpretación de Casals en un casete, un ocho track, un cd o un mp3.
13. Una línea que rescato del texto de René: “la única defensa real está en los mismos cuentos”, a eso hay poco que agregar, lamentablemente, ya había escrito todas estas líneas.
Gracias René por la conversación.
Estos apuntes rápidos son respuesta a la provocación de René.
1. Empiezo con una coincidencia con el texto de René: sí, los géneros literarios no son para siempre, sobre todo porque son sistemas que se modifican de acuerdo al placer de quienes los proponen. En su punto 1, René realiza una rara mezcla de esas clasificaciones y coloca al mismo nivel la poesía épica, la novela de folletín y los sermones, mientras que como subgénero presenta a la ciencia ficción. En 1a crece la mezcolanza agregando a esa categoría de género soneto, cuento, novela, non fiction y “cierto periodismo con tintes literarios”. Es un sistema caprichoso, difícil de seguir, pareciera que todo es “género” literario, no hay un criterio que permita distinguirlos, sólo se presenta un listado. Como no es una conversación acerca de los géneros literarios, y para no atorarnos en ese bache, que sea el cuento un género.
1a. Sin embargo no puedo dejar pasar la mención a “poesía medida”, primero porque asegura que el siglo XX le asestó la estocada mortal, segundo porque no me queda claro a qué se refiere, ¿”poesía medida” contra “verso libre”?, pero si eso no existe, ya lo desestimó T.S. Eliot así: “And as for "vers libre", we conclude that it is not defined by absence of pattern or absence of rhyme, for other verse is without these; that is not defined by non-existence of metre, since even the worst verse can be scanned; and we conclude that the division between Conservative Verse and Vers Libre does not exist, for there is only good verse, bad verse, and chaos”.
2. Una vez aceptado que el cuento es un género en sí, René abre otras posibilidades en su punto 2, al especificar que cuando habla de géneros se refiere a formato y enseguida afirma que el cuento, como modelo, no tiene la fuerza de “la novela, el ensayo, el non fiction, cierto periodismo con tintes literarios”… entonces, ¿en qué quedamos?, líneas arribas, junto con la poesía épica descartas a Los tres mosqueteros y hasta donde entiendo, es una novela.
3. Para argumentar la muerte del cuento, punto tras punto René mueve el sitio del entierro, primero se trataba de la caducidad del formato, después de la debilidad de un modelo, ahora se trata de un “asunto de percepción, de cómo vemos a nuestra sociedad y el uso o desuso que se le da a un género literario. Podríamos buscar indicadores y plantear fórmulas para medirlo, pero creo que es una trampa sin salida. No obstante, me voy a contradecir y plantear un indicador claro: cuando los lectores de un género, obra o periodo se reducen sólo a los lectores académicos, su objeto de estudio está muerto. Un poco como una lengua muerta, un libro sin lectores es un libro muerto. Y si nadie lee cuentos, fuera de la academia, pasará lo mismo con ese género”.
No sé a qué se refiera con “lector académico”, pero estoy seguro de que no entro en la categoría y como se trata de percepciones (que por sí mismas no generan un indicador claro) puedo asegurar que son millones los lectores de cuento; claro, estoy dispuesto a decir que estoy equivocado con un sola condición, que René compruebe la reducción a “sólo los lectores académicos” del cuento.
4. ¿Por qué no hay un solo género literario?, por la necesidad de clasificar, no por el tedio o la utilidad de quien escribe, tampoco por su propósito. René afirma que “cada género funciona para un propósito distinto. Ese propósito puede ser ético, estético, político, social, etc. o una combinación de los anteriores”, de nuevo la confusión, ¿un texto pertenece a la categoría “género cuento” de acuerdo al propósito del autor?, me parece que no.
Pregunta René “¿qué lleva a un hombre sano a leer Ulises o La broma infinita?”. Como no responde, me hago la misma pregunta y aseguro que el placer, bueno, primero porque puede hacerlo, segundo, porque desea hacerlo. ¿A qué la pregunta? Tampoco me queda claro, pero hay cierto tufillo discriminador, son los enfermos quienes leen a Joyce o a David Foster Wallace, ¿en serio?
5. Por más que intenta regresar a la muerte del cuento, a René le gusta la dispersión. Para indicar dónde está el blanco al que apunta sus tiros asegura que la literatura tradicional está muerta, ahí coincidimos, como no hay una definición de dónde agarrarse, tanto su idea como mi idea de “literatura tradicional” bien pueden morir. Enseguida cita cuatro modelos de cuento de acuerdo a Lauro Zavala: cuento clásico, cuento moderno, cuento posmoderno e hipertexto… sigue René retrasando los motivos que lo llevan a decretar la muerte del cuento, en esta digresión aprovecha para desechar a Coover, a la obviedad de que lo que hoy conocemos como cuento podemos proyectarlo hacia el pasado y bajo esa luz llamar cuento a escritos antes de 1842, simplifica el nacimiento del cuento a la necesidad de llenar el espacio en una publicación periódica y por más que intenta no aterriza en el prometido nacimiento, auge y decadencia del cuento, aunque eso sí, llegamos a la descripción del lector de cuentos ideal:
“Para el lector de cuentos, su lectura también implica un cierto ritmo de vida. Un interés en la materia de los cuentos, sí, pero también en su formato: en comprar revistas con cuentos, en las ventajas que le ofrece su brevedad, en que le brinde un divertimento breve, una sorpresa, una noticia del alma humana.”
El problema es que se puede cambiar la palabra “cuentos” por “poesía”, “ensayos” y no pasa nada, toda lectura implica un cierto ritmo de vida y un interés por la materia de lo escrito, mientras que sobre las revistas con cuentos, bueno, las hay con ensayos y poemas.
6. No está mal declarar la muerte del cuento, de algo servirá, agitará las aguas por un momento, llevará a una reflexión al autor de la esquela y, seguro, le picará la cresta a algún otro. Lo terrible es que los argumentos parten de premisas falsas o al menos no comprobadas, percepciones que generalizan. Señala René que la radio, el cine, la televisión y hasta internet sustituyen la tecnología que dio auge al cuento y por eso el lector ya no tiene interés en leer cuentos. Ahora me toca citar a Lauro Zavala, quien identifica los siguientes elementos comunes en todo cuento literario: tiempo, espacio, personajes, instancia narrativa y final, elementos que se pueden encontrar en series como Dimensión desconocida, Seinfeld, Fringe, Sopranos, Simpsons… cada una de esas series cuenta un cuento por capítulo, sin embargo, ninguna sustituye una antología de cuentos, un volumen de Cortázar, de Carver… Es decir, el público está interesado en las historias, centrar la falta de interés en leer en el desarrollo de los medios electrónicos es simplificar.
Que las editoriales le huyen a los libros de cuentos es otro de esos argumentos simplificadores, con ese argumento, mejor declaremos la muerte de la literatura toda, si lo que rige es el mercado, la atención que se brinda al público y como se disminuye al lector, de nuevo, cualquier género puede ser declarado muerto.
7. En las razones hipotéticas por las que el mundo actual es hostil al cuento que propone René apuesta a que las películas tienen una estructura similar al cuento y evita señalar que también se parece a la novela, hace un lado la forma en que los argumentos cinematográficos se alimentan de las novelas, tanto o más que los cuentos. Siguiendo esa idea, el mundo actual, al menos el del cine, no es en absoluto hostil, la más de las veces requiere de la literatura.
8. Un término que me causa escozor es non fiction, al que René acude con facilidad, incluso lo señala como el mutante con mayor capacidad de adaptación “a estos tiempos”, ¿qué es non fiction?, yo aseguro que una etiqueta de marketing, René lo define como el “mejor término para clasificar a todos esos libros que mezclan ensayo, memorias, crónicas, biografías, estudios, reflexiones, etc.” Ah, un ensayo, tan simple como eso, Las conjeturas sobre un sable o El Danubio de Claudio Magris, ensayos; El viaje, de Sergio Pitol, ensayos; Último round o La vuelta al día en 80 mundos, de Cortázar, ensayos… dirá René que no, porque mezclan “ensayo, memorias, crónicas, biografías, estudios, reflexiones, etc.”, sí, como los textos del padre del género, como los Ensayos de Montaigne. Así que eso del non fiction… pura etiqueta.
9. En una segunda lectura del texto de René me quedé con la impresión de que estaba hablando de otra cosa, palabras como soporte, formato, la mención a las nuevas tecnologías, la insistencia en que el cuento no se adaptará; quizá está hablando de cómo la televisión, internet, el cine, la radio están afectando a la escritura. De ser así, me ayuda a explicarme la reacción que me provocó su texto, me suele ocurrir cuando alguien se presenta como blogger o como twittero, asumiendo la personalidad del medio; similar a la extrañeza que me provoca cuando un autor se presenta a sí mismo como poeta y escritor, ¿que el poeta no escribe?
10. Creo que René se equivoca en sus razones por las que señala que el cuento no se va a adaptar. La reducción de espacios es ficticia, mientras se cierran los suplementos y desaparecen las revistas, abundan los blogs, las revistas electrónicas, las páginas dedicadas a contar historias, a presentar cuentos.
11. Casi pare cerrar René insiste con lo de la non fiction: “Lo que hace 50 años parecía brevedad se vuelve ahora pesadez: una novela, un libro de non fiction, se puede leer a pedazos e interrumpirse a placer, pero un cuento exige una lectura sin distracciones y de corrido. Son más breves la canción, el programa televisivo, el filme, el videojuego y a veces son mucho más atractivos. En muchos casos, cubren la misma función del cuento”, se olvida del derecho del lector a leer como se le pegue la gana, que eso lo puede hacer con una novela, un poema, un ensayo o un cuento. Acerca de la brevedad de otras cosas comparadas con el cuento, no sé si a propósito omite los “géneros de escritura mínima” (como los llama Laura Zavala), minicuento, microrrelato, microensayo, minicrónica, metaficción ultracorta, poema en prosa, epigrama, fractales… y tantos, tantos otros.
12. El cierre de René intenta con una imagen resumir el caos de su argumento, es un buen párrafo: “Hace un mes, veía en un supermercado un tornamesa precioso. Era el tocadiscos de mis sueños: lector de punta de diamante (que ni siquiera toca el disco, sólo lee ópticamente el zurco), mecanismos de estabilización electrónica, buffer de 20 segundos, eliminación de ruido. Y es que, créalo o no, los tocadiscos de hoy en día han avanzado enormemente su tecnología. ¿Pero quién usa discos de acetato? Los cuentistas de hoy son como ese tornamesas: maestros de una tecnología en decadencia. Vale la pena leerlos, antes de que desaparezcan.”
Esas líneas me confirma la idea de que René quería hablar de otra cosa, pero la muerte del cuento se le hizo atractiva, ¿quiénes usan tornamesas? Los DJ profesionales, siguiendo su propuesta sería fácil caer en la tontería de valorar a los cuentistas por encima de los novelistas o los poetas, pero no va por ahí, lo que yo creo es que tanto el acetato como el pinchadiscos son un intermediario entre el lector y el cuento, que el día de mañana seguiremos escuchando música aunque desaparezcan o se transformen las IPod, ya pasó con el walkman, seguiremos escuchando música más allá del soporte, no perderán vigencia las Suites para Cello de Bach, sin importar que se escuche la interpretación de Casals en un casete, un ocho track, un cd o un mp3.
13. Una línea que rescato del texto de René: “la única defensa real está en los mismos cuentos”, a eso hay poco que agregar, lamentablemente, ya había escrito todas estas líneas.
Gracias René por la conversación.
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