
perdón por intolerarlos
vueltas de tuerca
Desde la “plenitud del pinche poder”, la astucia con que Fidel Herrera intenta evadir las acusaciones de intervenir en las elecciones de Veracruz, es digna de un villano de telenovela. Su respuesta ha sido presentar una denuncia penal en contra de los dirigentes nacional y estatal del PAN y de su candidato a la gubernatura, el acusado se las revira acusándolos por la difusión de grabaciones que “por su origen ilegal podrían ser resultado de manipulaciones y alteraciones técnicas con el avieso propósito de lograr un contenido tendencioso y falaz”, para que no quede duda, les recuerda que al no contener datos sobre su autenticidad, las grabaciones no son material de prueba suficiente para sanción alguna en el ámbito penal y/o electoral.
Sí, nada nuevo bajo el sol, es una historia que se repite elección tras elección, cambian los nombres, cambian los estados de la república donde se descubre el horroroso hecho, pero el final se repite invariablemente: el delito se desvanece en el olvido, no se da seguimiento, no se castiga, no pasa de unas cuantas notas de color en los medios y el escándalo de algunos. Sí, en la reiteración de este tipo de hechos se va mellando la confianza en las instituciones que fueron creadas para dar sustento a la democracia a la que aspiramos, cada uno de estos delitos muestra la capacidad de corrupción de la clase política, cómo sobre todo en los estados, el poder de los gobernadores al no tener que rendir cuentas, al no contar con mecanismos eficientes que transparenten las acciones de gobierno, envilece lo que toca.
Si algo ha aprendido la clase política es a escapar de su responsabilidad a partir de esos giros dramáticos.
El ejemplo de Fidel Herrera es un ejemplo mayor, reúne todos los rasgos que caracterizan el cinismo de la clase gobernante, no es el único, incluso me atrevo a pensar que no es el más grave, es el que está de moda. Escribo acerca de él porque el cinismo con que el gobernador de Veracruz se hace el ofendido y exige respeto a la ley, es similar a la forma en que los candidatos a la alcaldía y gobierno de Aguascalientes del PRI convocan a los ciudadanos a que participen con propuestas para establecer sus planes de gobierno. Específicamente en materia cultural se trata de hacer responsable a la ciudadanía de la ausencia de un plan.
El candidato a gobernador, Carlos Lozano, sólo una vez se menciona la palabra cultura en sus propuestas: “Fortalecimiento de los municipios que incluye una oficina del gobierno del estado para acercarlos; La creación de una red de oficinas de desarrollo rural; una casa de cultura y talleres de artes y oficios en cada municipio”, es evidente que el concepto no forma parte de su discurso, ya que se pierde en una idea general que raya en la buena intención, además de la obvia ignorancia, ya hay una casa de cultura en cada municipio, algún brillante asesor tendría que avisarle. En el caso de la candidata a la alcaldía, Lorena Martínez, no he encontrado otra cosa que no sea el levantamiento del “magno monumento a la madre”, en el que insisto ante una oferta política que se queda en bonito slogan: una nueva política.
Estos candidatos, para aplacar a una comunidad artística ansiosa por saber las reglas del juego del sexenio siguiente, convocaron a un intercambio de ideas, a participar proponiendo, bien simple: barra libre y un foro desordenado más semejante al karaoke donde cualquiera podía arrancarse de su ronco pecho con peticiones como que regrese el concurso histórico literario municipal; no a la represión, no a la policía única; más apoyo a los escritores… etcétera. El giro malévolo es escudarse en la participación ciudadana y responsabilizarlos de la ausencia de una guía, además de prometer sin comprometerse con el sobado recurso de la falta de recursos.
Al convocar a este foro los candidatos priistas ya quedan libres de culpa, ya pueden sumar una palomita en su lista de encuentros, a lo que hay que agregar que otorgaron a los artistas la oportunidad de placearse orondos y beber gratis. El acto en sí muestra la importancia que le dan a la cultura. Ese es el PRI que en Aguascalientes quiere regresar al poder, el mismo de Fidel Herrera, el de la astuta vuelta de tuerca que los libera.
Si en verdad les importara el tema, podría empezar desde ahora por explicar qué harán con el Instituto Municipal Aguascalentense de Cultura, con qué nueva política van a dar sentido a un organismo que nació sin apoyo alguno, pero Lorena Martínez no suele contestar preguntas incómodas. Mientras que Carlos Lozano (una vez que le informen cuántas casas de la cultura existen) bien podría anunciar quién será, en caso de que gane la elección, el responsable del Instituto Cultural de Aguascalientes para desde este momento conformar grupos de trabajo que presenten por escrito sus proyectos y propuestas, ideas que se puedan debatir, intenciones que se puedan transformar en programas, a los cuales agregar objetivos, que sean materia de evaluación, que sea posible establecer su impacto cuantitativo y cualitativo; esa es una propuesta concreta, que la comunidad artística sepa con quién va a trabajar, pero claro, “no son los tiempos”, así que seguiremos escuchando al borrachito que se animó a echar su discurso.
Publicado en La Jornada Aguascalientes (20/06/10)
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