Envoltorio
de papaya / Marrullero
El mejor lugar para ocultar una
hoja es un bosque
Hace
una semana instalan en el Senado una Comisión de la Familia y el Desarrollo
Humano… bravo, hasta ahí, un reconocimiento a que se haya conformado un
organismo que al interior de la Cámara alta coadyuve a elaborar iniciativas o
que revise, analice, discuta, convoque expertos para pulir las iniciativas que
otros remitan, para eso son las comisiones, ¿no?, por supuesto, paso por alto,
los ingresos extra que obtiene un legislador por presidirla, el presupuesto que
se asigna, la burocracia que genera, digamos que acepto las reglas del juego
con que los representantes populares venden a la ciudadanía que están
trabajando por nosotros.
Cuando
el senador panista José María Martínez Martínez rindió protesta como presidente
de esa Comisión, no me sobresaltó su intrincado discurso, repleto de alusiones
a la importantísima tarea que buscaría cumplir a través de su cargo, sobre
todo, luchar para que en el Distrito Federal no se permitan los abortos; eso es
lo que me quedó en claro en primera instancia.
Menos
suspicaz que otros lectores, no leí en su intervención una cruzada contra los
homosexuales, ni para evitar la adopción de niños por parejas del mismo sexo,
ni contra las sociedades de convivencia; creí que el único interés de Martínez
Martínez era el DF, que como él mismo dijo “ha ido más allá, ha ido incluso a
través de modas, tendencias, tratando de adoptar este modelo de familia, sin
que ello nos signifique a la mayoría de los mexicanos”. Enredado en su
verborrea, el senador no clarificó a qué se refería con “familia”, se fue por
las ramas del bonito lenguaje que emplean los más conservadores para definir lo
que ellos creen que es familia, que según él “debe entenderse como esa
comunidad perfecta, esa escuela de solidaridad y de amor, esa escuela de
ciudadanía, debe entenderse con la misma sociedad, es aquí donde construimos a
ciudadanos de valor y con valores”, y bla bla bla, el mismo discurso
biempensante de los intolerantes que se llenan la boca llamándose pro vida,
descalificando a quien piensa diferente calificándolo de pro abortista, eso que
arrean del catecismo a la plaza pública a niños y jovencitos con pancartas de
imágenes trucadas para evidenciar que son unos criminales quienes eligen sobre
su cuerpo.
Pero
eso es el PAN, ¿no? Además, la instalación de la Comisión había sido a la luz
del día, sin acuerdos lo oscurito y siguiendo los protocolos enredadísimos del
Senado, pero bien dice Borges en El libro
de arena que el mejor lugar para ocultar una hoja es un bosque.
Por la boca muere el pez
Por
lo anterior y, reitero, menos suspicaz, no me dejó de llamar la atención que de
inmediato surgieran críticas a la creación de una Comisión que, según varios
sitios informativos en internet, tenía un propósito homofóbico. Revisé el
discurso, no encontré esa intención, pero el activismo cibernético ya se había
desatado. La sola presencia de un personaje como Jorge Serrano Limón en la toma
de posesión de Martínez Martínez me debió hacer sospechar, pero sigo creyendo
que es una obligación verificar la información antes de hacer cualquier cosa,
es lo último que nos queda.
Exigir
la disolución de la Comisión con base en el discurso del panista, me parecía no
sólo exagerado sino penoso, como el infundio de López Obrador al insinuar a
través de un tuit que Peña Nieto está enfermo y por eso debe renunciar, o que
se ha extinguido una especie rarísima de manatí morado por culpa de alguna
empresa trasnacional, o que Carmen Salinas fue nombrada embajadora de la
educación, o que a la selección de futbol de México se le van a quitar puntos
porque sus aficionados gritan puto al portero… Ni modo, creo que es mi derecho
y obligación verificar las fuentes, incluso cuando las sentencias marrulleras
tocan las fibras íntimas de mis convicciones personales, no veo otro camino que
pensar, para mí eso es verificar.
Afortunadamente,
mi falta de suspicacia la suplo con el talento de los otros, eso se debe
agradecer a la multiplicación de las fuentes de información. En su programa En 15 en Milenio Televisión, Carlos Puig
confrontó a José María Martínez Martínez con sus dislates, y en una lección de
periodismo acerca de cómo se realiza una entrevista incómoda, puso en evidencia
al senador (aquí el enlace: http://bcove.me/lb44kz5o
); ahí, altanero el presidente de la Comisión de la Familia y el Desarrollo
Humano mostró toda su homofobia e ignorancia en unas cuantas frases, sí,
marrulleras, de esas que intentan ocultar todos los defectos a través de
venderse como un dechado de tolerancia, presumió: “yo respeto profundamente a
los homosexuales y también a las mujeres y tengo la fortuna de tener amistades
que son homosexuales”… así. ¿es necesario agregar más?
El
senador lo hizo, para rematar, el panista, en el afán de abrogarse la razón y
defender el modelo de familia, la vida y las buenas costumbres, se hundió por
completo cuando Carlos Puig le preguntó si ¿una pareja de hombres casado, que
adoptan, son una familia?, Martínez Martínez contestó rotundamente: No, pues
cree que una pareja homosexual afecta la “identidad de género de los niños”…
Así.
A
través de Change.org más de 14 mil personas apoyaron la solicitud de tres
familias de la comunidad lésbico-gay y transgénero para que la Junta de
Coordinación Política del Senado inicie la disolución de la Comisión de la
Familia y el Desarrollo Humano, al considerar que ésta se ha postulado en
contra del aborto y de familias homoparentales, la consigna fue “No somos moda,
ni vehículo reproductivo. Las familias homoparentales y las mujeres tenemos
derechos”. Tienen toda la razón, el riesgo es que ese ciberactivismo se quede
en nada, pues el Senado puede no aceptar esas miles de opiniones en contra de
Martínez Martínez.
Regreso
a las reglas del juego, eso es con lo que me quedo y con la necesidad de
verificar, que es una forma de pensar. Creo que no se puede quedar así, que
esas muestras de ignorancia, intolerancia, no deben representarnos en el
Senado. Hay necesariamente otro paso, vale la pena darlo.
Coda
Pensar
da miedo, lo sé, lo ha dicho mejor que yo, con más tino y profundidad, me
permito la extensa cita:
Los hombres temen al pensamiento
más de lo que temen a cualquier otra cosa del mundo; más que la ruina, incluso
más que la muerte.
El pensamiento es subversivo y revolucionario,
destructivo y terrible. El pensamiento es despiadado con los privilegios, las
instituciones establecidas y las costumbres cómodas; el pensamiento es
anárquico y fuera de la ley, indiferente a la autoridad, descuidado con la
sabiduría del pasado.
Pero si el pensamiento ha de ser
posesión de muchos, no el privilegio de unos cuantos, tenemos que habérnoslas
con el miedo. Es el miedo el que detiene al hombre, miedo de que sus creencias
entrañables no vayan a resultar ilusiones, miedo de que las instituciones con
las que vive no vayan a resultar dañinas, miedo de que ellos mismos no vayan a
resultar menos dignos de respeto de lo que habían supuesto.
¿Va a pensar libremente el
trabajador sobre la propiedad? Entonces, ¿qué será de nosotros, los ricos?
¿Van a pensar libremente los
muchachos y las muchachas jóvenes sobre
el sexo? Entonces, ¿qué será de la moralidad? ¿Van a pensar libremente los
soldados sobre la guerra? Entonces, ¿qué será de la disciplina militar?
¡Fuera el pensamiento!
¡Volvamos a los fantasmas del
prejuicio, no vayan a estar la propiedad, la moral y la guerra en peligro!
Es mejor que los hombres sean
estúpidos, amorfos y tiránicos, antes de que sus pensamientos sean libres.
Puesto que si sus pensamientos fueran libres, seguramente no pensarían como
nosotros. Y este desastre debe evitarse a toda costa.
Así arguyen los enemigos del
pensamiento en las profundidades inconscientes de sus almas. Y así actúan en
las iglesias, escuelas y universidades.
Bertrand
Russell, de Principios de reconstrucción
social.
@aldan
Publicado en La Jornada Aguascalientes
No hay comentarios.:
Publicar un comentario