Los recuerdos inútiles ahora en otra dirección:
recuerdos inútiles
la materia de la que están hechos los sueños no es otra cosa que palabras
12 noviembre 2014
21 junio 2014
Marrullero
Envoltorio
de papaya / Marrullero
El mejor lugar para ocultar una
hoja es un bosque
Hace
una semana instalan en el Senado una Comisión de la Familia y el Desarrollo
Humano… bravo, hasta ahí, un reconocimiento a que se haya conformado un
organismo que al interior de la Cámara alta coadyuve a elaborar iniciativas o
que revise, analice, discuta, convoque expertos para pulir las iniciativas que
otros remitan, para eso son las comisiones, ¿no?, por supuesto, paso por alto,
los ingresos extra que obtiene un legislador por presidirla, el presupuesto que
se asigna, la burocracia que genera, digamos que acepto las reglas del juego
con que los representantes populares venden a la ciudadanía que están
trabajando por nosotros.
Cuando
el senador panista José María Martínez Martínez rindió protesta como presidente
de esa Comisión, no me sobresaltó su intrincado discurso, repleto de alusiones
a la importantísima tarea que buscaría cumplir a través de su cargo, sobre
todo, luchar para que en el Distrito Federal no se permitan los abortos; eso es
lo que me quedó en claro en primera instancia.
Menos
suspicaz que otros lectores, no leí en su intervención una cruzada contra los
homosexuales, ni para evitar la adopción de niños por parejas del mismo sexo,
ni contra las sociedades de convivencia; creí que el único interés de Martínez
Martínez era el DF, que como él mismo dijo “ha ido más allá, ha ido incluso a
través de modas, tendencias, tratando de adoptar este modelo de familia, sin
que ello nos signifique a la mayoría de los mexicanos”. Enredado en su
verborrea, el senador no clarificó a qué se refería con “familia”, se fue por
las ramas del bonito lenguaje que emplean los más conservadores para definir lo
que ellos creen que es familia, que según él “debe entenderse como esa
comunidad perfecta, esa escuela de solidaridad y de amor, esa escuela de
ciudadanía, debe entenderse con la misma sociedad, es aquí donde construimos a
ciudadanos de valor y con valores”, y bla bla bla, el mismo discurso
biempensante de los intolerantes que se llenan la boca llamándose pro vida,
descalificando a quien piensa diferente calificándolo de pro abortista, eso que
arrean del catecismo a la plaza pública a niños y jovencitos con pancartas de
imágenes trucadas para evidenciar que son unos criminales quienes eligen sobre
su cuerpo.
Pero
eso es el PAN, ¿no? Además, la instalación de la Comisión había sido a la luz
del día, sin acuerdos lo oscurito y siguiendo los protocolos enredadísimos del
Senado, pero bien dice Borges en El libro
de arena que el mejor lugar para ocultar una hoja es un bosque.
Por la boca muere el pez
Por
lo anterior y, reitero, menos suspicaz, no me dejó de llamar la atención que de
inmediato surgieran críticas a la creación de una Comisión que, según varios
sitios informativos en internet, tenía un propósito homofóbico. Revisé el
discurso, no encontré esa intención, pero el activismo cibernético ya se había
desatado. La sola presencia de un personaje como Jorge Serrano Limón en la toma
de posesión de Martínez Martínez me debió hacer sospechar, pero sigo creyendo
que es una obligación verificar la información antes de hacer cualquier cosa,
es lo último que nos queda.
Exigir
la disolución de la Comisión con base en el discurso del panista, me parecía no
sólo exagerado sino penoso, como el infundio de López Obrador al insinuar a
través de un tuit que Peña Nieto está enfermo y por eso debe renunciar, o que
se ha extinguido una especie rarísima de manatí morado por culpa de alguna
empresa trasnacional, o que Carmen Salinas fue nombrada embajadora de la
educación, o que a la selección de futbol de México se le van a quitar puntos
porque sus aficionados gritan puto al portero… Ni modo, creo que es mi derecho
y obligación verificar las fuentes, incluso cuando las sentencias marrulleras
tocan las fibras íntimas de mis convicciones personales, no veo otro camino que
pensar, para mí eso es verificar.
Afortunadamente,
mi falta de suspicacia la suplo con el talento de los otros, eso se debe
agradecer a la multiplicación de las fuentes de información. En su programa En 15 en Milenio Televisión, Carlos Puig
confrontó a José María Martínez Martínez con sus dislates, y en una lección de
periodismo acerca de cómo se realiza una entrevista incómoda, puso en evidencia
al senador (aquí el enlace: http://bcove.me/lb44kz5o
); ahí, altanero el presidente de la Comisión de la Familia y el Desarrollo
Humano mostró toda su homofobia e ignorancia en unas cuantas frases, sí,
marrulleras, de esas que intentan ocultar todos los defectos a través de
venderse como un dechado de tolerancia, presumió: “yo respeto profundamente a
los homosexuales y también a las mujeres y tengo la fortuna de tener amistades
que son homosexuales”… así. ¿es necesario agregar más?
El
senador lo hizo, para rematar, el panista, en el afán de abrogarse la razón y
defender el modelo de familia, la vida y las buenas costumbres, se hundió por
completo cuando Carlos Puig le preguntó si ¿una pareja de hombres casado, que
adoptan, son una familia?, Martínez Martínez contestó rotundamente: No, pues
cree que una pareja homosexual afecta la “identidad de género de los niños”…
Así.
A
través de Change.org más de 14 mil personas apoyaron la solicitud de tres
familias de la comunidad lésbico-gay y transgénero para que la Junta de
Coordinación Política del Senado inicie la disolución de la Comisión de la
Familia y el Desarrollo Humano, al considerar que ésta se ha postulado en
contra del aborto y de familias homoparentales, la consigna fue “No somos moda,
ni vehículo reproductivo. Las familias homoparentales y las mujeres tenemos
derechos”. Tienen toda la razón, el riesgo es que ese ciberactivismo se quede
en nada, pues el Senado puede no aceptar esas miles de opiniones en contra de
Martínez Martínez.
Regreso
a las reglas del juego, eso es con lo que me quedo y con la necesidad de
verificar, que es una forma de pensar. Creo que no se puede quedar así, que
esas muestras de ignorancia, intolerancia, no deben representarnos en el
Senado. Hay necesariamente otro paso, vale la pena darlo.
Coda
Pensar
da miedo, lo sé, lo ha dicho mejor que yo, con más tino y profundidad, me
permito la extensa cita:
Los hombres temen al pensamiento
más de lo que temen a cualquier otra cosa del mundo; más que la ruina, incluso
más que la muerte.
El pensamiento es subversivo y revolucionario,
destructivo y terrible. El pensamiento es despiadado con los privilegios, las
instituciones establecidas y las costumbres cómodas; el pensamiento es
anárquico y fuera de la ley, indiferente a la autoridad, descuidado con la
sabiduría del pasado.
Pero si el pensamiento ha de ser
posesión de muchos, no el privilegio de unos cuantos, tenemos que habérnoslas
con el miedo. Es el miedo el que detiene al hombre, miedo de que sus creencias
entrañables no vayan a resultar ilusiones, miedo de que las instituciones con
las que vive no vayan a resultar dañinas, miedo de que ellos mismos no vayan a
resultar menos dignos de respeto de lo que habían supuesto.
¿Va a pensar libremente el
trabajador sobre la propiedad? Entonces, ¿qué será de nosotros, los ricos?
¿Van a pensar libremente los
muchachos y las muchachas jóvenes sobre
el sexo? Entonces, ¿qué será de la moralidad? ¿Van a pensar libremente los
soldados sobre la guerra? Entonces, ¿qué será de la disciplina militar?
¡Fuera el pensamiento!
¡Volvamos a los fantasmas del
prejuicio, no vayan a estar la propiedad, la moral y la guerra en peligro!
Es mejor que los hombres sean
estúpidos, amorfos y tiránicos, antes de que sus pensamientos sean libres.
Puesto que si sus pensamientos fueran libres, seguramente no pensarían como
nosotros. Y este desastre debe evitarse a toda costa.
Así arguyen los enemigos del
pensamiento en las profundidades inconscientes de sus almas. Y así actúan en
las iglesias, escuelas y universidades.
Bertrand
Russell, de Principios de reconstrucción
social.
@aldan
Publicado en La Jornada Aguascalientes
01 junio 2014
Infidelidad
Envoltorio
de papaya Infidelidad
Durante
mucho tiempo he estado engañando a mi esposa, prácticamente desde que nos
casamos, con la soberbia que distingue al jugador apuesto a que podré sostener
la mentira durante muchas años más, porque me creo capaz de superar, una y otra
vez, la prueba de su mirada directa, de su pregunta concreta y, sin titubear,
mentir.
Como
todo infiel he perfeccionado mi método y creo tener el control absoluto sobre
el futuro; a grado de paranoia he ensayado mi respuesta, por supuesto, he
agotado todos los escenarios posibles, incluso los más descabellados, estoy
listo para sostener mi mentira, me creo capaz de contestar relajado, sin
evasivas, de forma directa, incluso he calculado el tiempo para no parecer
apresurado o que dilato mis frases, eso de tragar saliva, frotarse las sienes,
mojarse los labios o tener las manos empapadas hace mucho que quedó atrás, al
igual que la posibilidad de ser descubierto por el movimiento de los ojos.
Por
supuesto, tengo una justificación para esta infidelidad pulida y constante, en
el remotísimo caso de quedar evidenciado, aprovecharé la pausa de su sorpresa y
tomándola de las manos la culparé, cuando confiese dejaré en claro que el único
motivo para persistir en la mentira fue el amor: lo hice por ti (pausa breve y
tono decidido)… porque te amo.
También
me queda claro que no me perdonará de inmediato, que recuperar su confianza
será un proceso largo, que requiere dedicación, pero sobre todo, la dosis
exacta de culpa para alejar de mi toda responsabilidad. Así que he
perfeccionado el recuerdo del momento en que ella me impulsó, prácticamente me
arrojó a engañarla; la continuidad de la mentira ya quedó establecido que fue
motivada por el amor (lo hice porque te amo).
Así
que cuando mi esposa descubra que no le entiendo al futbol y, sobre todo, que
no me gusta, no me podrá echar en cara todas las ocasiones en que vestí el
jersey (o como se llame) de nuestro equipo favorito, tampoco reprochar cuando
visiblemente perturbado grité ¡Pumas, Universidad!, o las horas que pasé frente
a la televisión asintiendo o negando, incluso aventándole algo de botana a la
pantalla en un arranque.
Ella
comprenderá que no tuve más remedio. Nuestras costumbres de solteros eran
opuestas, el matrimonio las enfrentó de forma irremediable. A mí me gustaba
seguir los conciertos de la Orquesta Filarmónica de la UNAM, a ella, esos días,
a la misma hora, ver el futbol; ¿qué iba a hacer, divorciarme? Opté por mentir,
hasta que el engaño se convirtió en costumbre y no es algo por lo que tengamos
que discutir.
La
responsabilizó por que mi esposa tiene la costumbre de hacer otra cosa mientras
sucede un partido de futbol en la televisión, así que desde aquella primera vez
en que me pidió cambiar el canal para seguir el partido de los Pumas, quedó
establecido que yo lo vería para que cada tanto que ella pasara por ahí, le
informara puntualmente de lo que había ocurrido.
El
amor, amor (siempre recurriré a esa táctica) me impidió confesar en ese momento
que nunca corrí detrás de un balón de futbol soccer (sí, le llamo futbol
soccer); mi padre fue pitcher en la Liga Petrolera y donde él nació las pelotas se ponchan para hacer guantes; crecí
en un edificio cuya entrada daba a Insurgentes, ¿dónde iba a hacer bolita mi
suéter para marcar la portería?; sí, había un parque, pero los parques son para
la bicicleta; ¿la escuela?, el patio del colegio era cuadrado, más semejante a un
diamante que a ese jardín alargado donde ambos equipos corren de un lado a otro
y regularmente se estancan en la media; después la pubertad y la adolescencia y
todas esas cosas en que caben las culpas.
¿Por
qué no lo dije antes de casarnos?, no lo creí necesario, además, estaba
acostumbrado a mentir. Cuando me preguntaban, decía que le iba a los
Estudiantes Zacatepec y con eso evitaba cualquier cuestionamiento; si estaba de
ánimo y quería tener conversación con el taxista, echaba mano del futbol,
después de todo no es tan difícil: ¿le va a las Chivas/Atlas/Cruz
Azul/Toluca/lo que sea, joven?, bastaba asentir, el conductor me daba todas las
pistas para acotar su conversación convenientemente: ¿Que el Pichojos era un tronco? Claro que sí, y
cerrar los ojos adolorido, cómo dejó ir esa; ¿Que la Polillita era una coladera? Pues es que lo tienen jugando muy
abajo, yo digo que lo dejen subir, es más líbero, lo trae en la sangre; ¿Qué el
Chaco encabeza la tabla de goleo?
Cómo no, ya se recuperó de la lesión y tiene olfato… Siempre funcionaba, bueno,
con una excepción: cuando el taxista le iba al América. Mi primer argumento
era: ¿qué pasó?, pensé que sí sabía de futbol; en el caso de ponerse muy intenso
le decía que era broma y “que traigo en mi pecho los colores del América” y tarareaba
la canción de Reynoso (o como se llame el señor de las cejas tupidas), salpimentaba
con unos cuantos nombres Borja, Zelada, Tena, Zague y entre cada uno paraba la
trompa como si acabara de morder un taco con mucha salsa… Tsss, historia
hermano, águila grande, somos cremas… Y ya.
Además,
me casé por las tres leyes, la iglesia, la civil y los Pumas, ¿qué le iba a
decir a mi esposa cuando me colocaba frente al televisor? Con el tiempo, además
de fingir emoción, he logrado descifrar lo básico, pero el aburrimiento no me
permite avanzar más allá de reconocer en qué momento se debe marcar fuera de
juego; a veces me delata la sinceridad, como cuando se me sale decir que por la
forma en que jugaron a lo largo del torneo, los Pumas no merecen pasar a la
liguilla, para mi fortuna, la ira en la mirada de mi esposa nubla cualquier
sospecha sobre mi conocimiento del juego; o cuando imprudentemente dije algo
del Picolín (o como se llame) y no
sabía que había dos picolines vistiendo la casaca azul y oro (o como se diga);
o aquella ocasión en que quise pasarme de listo alabando el despliegue de
Leandro Augusto en la cancha y ya jugaba con los Xolos de no sé dónde.
Sí,
soy un cínico, es más sencillo, además sólo es cada domingo y no es siempre, no
tengo la más remota idea de qué es un torneo largo, corto, de invierno o de
verano, y cuando sale el tema basta con hinchar el pecho y vociferar ¡sólo Hugo
Penta Pichichi (espero que ese no sea su nombre real) ha logrado el
bicampeonato!; me parece que en fechas recientes alguien hizo algo y el señor
que anunciaba pasta dental ya no es el único que hizo eso, pero no importa,
grito: ¡Goya, Goya, Cachún Cachún Ra Ra! y mi esposa me acaricia la cabeza de
una manera dulce, como a una mascota que aprendió a hacer en el arenero, así
que… no le doy importancia.
Por
eso cuando Juan Villoro dice que hay muchas maneras de jugar al futbol y que “una
de las cosas que más me asombran y que he querido reflexionar en los últimos
tiempos es que a pesar de todas las cosas que lo oscurecen: la manipulación
económica, la explotación política, el dopaje, la asunción de costumbres
absolutamente ultrajantes e indignas, como el racismo y el machismo, ha podido
mantener y renovar la capacidad de asombrarnos y de estos asombros tenemos
diferentes maneras de leer los partidos”; yo asiento convencido, sí, sí,
gracias Juan (no estoy muy seguro por qué, pero soy agradecido) y me dejo estar
frente a la televisión, absolutamente seguro de que no va a pasar nada, que es
mi culpa y jamás voy a entender la estrategia, la táctica, ni qué significa
cuando el técnico (así se les dice, ¿no?) chifla, apunta con dos dedos al cielo
y luego cruza los tres de la otra mano agitando los brazos enfebrecido y grita
¡baja Caguamo, baja! o ¡Rata, Rata, que
abraselcarrilchingadamadre!
No
le entiendo y no me gusta el futbol, durante mucho tiempo he estado engañando a
mi esposa, ella tiene la culpa, lo hago por amor.
Coda
A
mi correo llegó una imagen que, como los desplazamientos del Pichulita Cuéllar sobre la banda
izquierda, no entendí, pero supuse me debía alterar; después de verla un buen
rato, comprendí que se trataba de una conspiración de los poderes fácticos, el
calendario de discusiones de las leyes energéticas coincide con los partidos de
la Selección Mexicana de Futbol. ¡Santas distracciones, Batman!
Descifré
la imagen, un montón de leyes (Petróleos Mexicanos, Comisión Federal de
Electricidad, la Federal de las Entidades Paraestatales, la de Adquisiciones,
Arrendamientos y Servicios del Sector Público y Servicios Relacionados) y sus
reformas se tienen que resolver el 11 y 12 de junio y uno de esos dos días comienza
el Mundial en Brasil, para acabarla, el 13 juega la selección nacional (sí, sí,
ya sé, va en mayúsculas) juega contra Camerún; y luego contra Brasil el 17 de
junio y después el 23 contra Croacia, mientras se desarrolla el periodo
extraordinario para votar estas leyes… Después me encontré una nota
periodística donde se indicaba que había que ser realistas, que la gran mayoría
(bonito concepto) preferiría ver los partidos de futbol que seguir el debate;
al grado que el secretario de Hacienda tuvo que declarar que no se van a
detener las “decisiones importantes del país, algo tan trascedente como una
reforma, de esta naturaleza, porque hay Mundial de futbol”.
¿De
veras? Si Luis Videgaray tuvo que salir a sudar la casaca (o como se diga) y la
inmensa mayoría (otro grandioso concepto) va a estar distraída porque esa es la
realidad mexicana, tenemos una idea bien pequeñita de nosotros mismos, ¿a poco
los partidos duran tanto?, ¿se juegan las 24 horas durante un Mundial?... Ya en
serio, ¿de veras no podemos poner atención a dos cosas?
@aldan
05 abril 2014
Decálogos
Envoltorio
de papaya
Decálogo
El
redactor en jefe de la revista Replicante, Rogelio Villarreal, participó
en la Primera Jornada de Periodismo y Comunicación Pública ITESO, en su muro de
Facebook contó que en la mesa sobre ética y periodismo hizo mención de dos
frases del decálogo de Miguel Ángel Granados Chapa y compartió los diez puntos;
de ahí los tomo:
1.
Nunca escriba o diga algo de una persona que no se le pueda decir a la cara.
2.
Combata la ambigüedad: no insinúe, no exagere, no minimice. Elija una postura y
defiéndala. Un juicio no depende de la complicidad del lector sino del apego a
la verdad.
3.
Use las palabras precisas, no sólo por la riqueza del lenguaje sintético sino
para lograr exactitud en lo que uno quiere decir.
4.
Evite los lugares comunes, la vulgaridad y la falsa familiaridad con los
entrevistados.
5.
Construya su propia opinión, aunque no coincida con los demás, y sobre todo, si
coincide con los demás.
6.
No se ponga usted mismo en el centro de la noticia.
7.
No haga juegos de palabras ni sorna con el nombre o la apariencia de una
persona.
8.
No aspire a recompensas materiales, no acepte regalos que puedan significar un
soborno, ni siquiera los más pequeños. Hay que practicar una extremada ambición
ética, aunque parezca una soberbia de la virtud.
9.
Considere los fenómenos en su larga duración y en toda su anchura.
10.
Encuentre el camino o hágalo.
Decálogo
de Miguel Ángel Granados Chapa (compilado por su hijo Tomás Granados e incluido
por Omar Raúl Martínez en Semillas de periodismo, Monterrey: UANL,
2011).
Otro
decálogo
1.
Nada es off the record. La actitud es: martillo y tenazas, y que Dios se
apiade del que se ponga en tu camino.
2.
Algunas cosas tienen que ser off the record. Si eres un chismoso
indiscreto nadie te va a contar nada.
3.
La única hora para llamar a un político es bien entrada la noche, muy tarde. Si
quieres respuestas, pregúntales cuando estén muy cansados, borrachos o sin
fuerzas.
4.
Mientras no les debas nada, serás peligroso. Recuerda que una vez que seas
parte del club, ya te tienen.
5.
Llevar una insignia de la policía en la cartera ayuda mucho.
6.
Nunca dudes en utilizar la fuerza. La fuerza resuelve problemas e influye en la
gente.
7.
Ser periodista es un buen trabajo, te permite beber con periodistas y no hay
que levantarse por la mañana.
8.
Nunca des marcha atrás y reescribas mientras estás trabajando. Sigue como si
fuera definitivo.
9.
Si no hay ninguna historia y quieres ir en la puta portada ¡será mejor que te
las apañes para conseguir esa historia! Ya sabes: “no hubo disturbios hasta que
provocamos uno”.
10.
Hay que sentirse un poco agobiado para empezar a escribir. Se escribe mejor con
la presión de un plazo de entrega demencial. La única verdad es que no hay
artículo a menos que lo escribas.
Estas
diez máximas son de la autoría de Hunter S. Thompson y están incluidas en El
Último Dinosaurio (Gallo Nero editorial. Traducción de Teresa Lanero y
prólogo de Chus Neira). El decálogo del padre del periodismo gonzo hay
que tomarlo de quien viene, pero no pude evitar citarlo porque una mala lectura
del trabajo de Thompson se emplea como “argumento” cuando al periodista se le
pide el sexto punto del decálogo de Granados Chapa, ese sí, un argumento sin
comillas: jamás el periodista debería ser el centro de la noticia; y,
lamentablemente, ahora que está de moda colocarle etiquetas al periodismo,
adjetivarlos como alternativo, ciudadano, border y un largo etcétera, se
olvida con facilidad que más allá de la técnica narrativa, de la forma de
abordar los hechos y la investigación que se realice, el periodista no tiene
que ser la noticia. Se busque por donde se busque, quien cuenta no es el hecho
noticioso.
Tercer
decálogo
Otros
diez principios, ahora de la UNESCO, que con el propósito de elaborar un código
universal de ética periodística reunió a un comité consultivo para, en 1938,
aprobar estos diez postulados (son más extensos, elaboro una síntesis de cada
uno):
Principio
I.
El derecho de la gente a la información veraz.
II.
La dedicación del periodista a la realidad objetiva.
III.
La responsabilidad social del periodista, entender la información como bien
social y no como un producto.
IV.
La integridad profesional del periodista.
V.
Promoción del acceso del público a la información y a su participación en los
medios.
VI.
Respeto a la intimidad y a la dignidad humana.
VII.
Respeto por el interés público.
VIII.
Respeto por los valores universales y la diversidad de culturas.
IX.
Compromiso ético del periodista para abstenerse de justificar las guerras, la
carrera armamentista y toda forma de violencia, odio o discriminación
X.
Promoción de un nuevo orden de información y de comunicación mundial.
No
más héroes, por favor
El
título de la canción de Jaime López, “No más héroes, por favor” resume le
necesidad de citar estos decálogos. Si ante los hechos se divide la información
entre héroes y villanos, no sólo se pierde objetividad, sino que además se
polariza a la opinión pública e invariablemente se le niega al lector la
oportunidad de participar, de pensar, no se le deja más salida que tomar
partido.
Uno
de los riesgos de esa polarización entre héroes y villanos, es que siempre hay
una víctima y la inmediata defensa del agredido puede cegar. En el caso
reciente de la difusión de un reportaje de MVS Noticias en el espacio
informativo de Carmen Aristegui, la exhibición de cómo Cuauhtémoc Gutiérrez de
la Torre usaba recursos públicos para la contratación de asistentes y edecanes
para su satisfacción sexual, puede ser un ejemplo de cómo el afán de villanizar
a una figura que ha cometido un delito, puede voltearse y convertirlo en el
“bueno” de la historia.
Me
queda claro que no hay humor sin víctima, la reacción de la opinión pública
hacia el exdirigente del PRI en el DF, lo ha convertido rápidamente en el
blanco de las agresiones, pero no se le ataca por el abuso de poder ni por los
excesos, se embiste contra Gutiérrez de la Torre calificándolo de naco, moreno,
gordo, se le compara con Jabba the Hut, se hace referencia a que es hijo de El
Rey de la Basura aunque él ya no esté relacionado con el negocio de la
pepena… Las caricaturas y comentarios sobre el priista dejan a un lado los
hechos por los que se le debe investigar para centrarse en su aspecto físico.
Nuestro racismo en todo su esplendor. ¿Quiénes son los héroes, quiénes los
villanos?
Señala
Bergson que para la risa es necesaria cierta insensibilidad, apartarse de lo
emocional para entonces soltar la carcajada, y así incluso lograr burlarnos de
aquellos a quienes queremos o de la peor de las tragedias… Esa insensibilidad,
a veces, es un cerrarse al mundo, tirar el golpe sin mirar a quién. De seguir
los ataques clasistas a quien fuera dos veces diputado federal y asambleísta en
el Distrito Federal, cabe la posibilidad de que se termine convirtiéndolo en un
mártir. ¿Y los delitos?, ¿y las verdaderas víctimas?
Coda
Reitero,
en esta historia no hay héroes ni villanos, sólo mucha gente riéndose. Las
carcajadas son tan festivas, tan contagiosas, que se corre el riesgo de ya no
saber cuál era el chiste.
@aldan
29 marzo 2014
Merece lo que sueñas
Envoltorio
de papaya Merece lo que sueñas
Amuleto
Hubo
un tiempo en que realizaba viajes fuera de mi ciudad con tal constancia que
mereció inventar rituales, repetir una serie de acciones que supuestamente
propiciarían la buena fortuna o asegurarían el regreso sano y salvo; la
preocupación de quienes me rodeaban así lo exigía, con el mismo tono en que un
ser querido te pide que no olvides el paraguas cuando la tormenta está a punto
de llegar, y sí, con la misma utilidad. No recuerdo ya que dije en ese entonces
que hacía o si mentí descaradamente señalando que antes de la partida, me
encomendaba encarecidamente a una voluntad superior; sé que de esos días me
quedó la costumbre de siempre llevar conmigo un amuleto para esas ocasiones.
Siempre
que salgo de viaje llevó conmigo el mismo libro, antes de cerrar la maleta
reviso que, junto con el indispensable par extra de ropa interior, vaya conmigo
La estación violenta de Octavio Paz.
Ese es mi fetiche viajero, no le atribuyo ninguna virtud sobrenatural, no le
concedo el poder de atraer la buena suerte o que me resguarda de morir de una
oclusión intestinal, de la gripe asiática o de un Peugeot 403; lo cargo conmigo
porque siempre me lleva a casa.
Estamos hechos de memoria y de
olvido –define Octavio Paz en las palabras preliminares a
su Obra poética– ¿la memoria resucita el
pasado? Más bien lo recrea. / Uno de nuestros recursos contra el olvido es la
poesía, memoria de la historia pública o secreta de los hombres, esa sucesión
de horas huecas y de instantáneas epifanías. La poesía puede verse como un
diario que cuenta o revive ciertos momentos. Sólo que es un diario impersonal:
esos momentos han sido transfigurados por la memoria creadora. Ya no son
nuestros sino del lector. Resurrecciones momentáneas pues dependen de la
simpatía y de la imaginación de los otros.
Resurrecciones momentáneas
Posar
la vista, ni siquiera leer, más bien reconocer, los primeros versos de “Piedra
de Sol” tiene ese efecto de resurrección momentánea del que habla Paz; cada vez
que veo un sauce de cristal, un chopo de
agua,/ un alto surtidor que el viento arquea,/ un árbol bien plantado mas
danzante,/ un caminar de río que se curva,/ avanza, retrocede, da un rodeo/ y
llega siempre: es mi primera vez con ese poema, invariablemente.
Cargo
con ese amuleto para, al final del día, recuperar la emoción de una primera
vez, cobijarme en el asombro. Todas las veces es mi primera lectura de “Piedra
de Sol”, infaliblemente encuentro la novedad, el detalle que se me había
escapado, la referencia que no había descubierto, la resonancia atractiva, la
ventana a otras conversaciones. Ese poder tiene el poema.
Celebración
En
el lúcido texto que David Huerta dedica a Octavio Paz (Letras libres, 183, marzo 2014) define: “El exceso de crítica puede
abrir un espacio peligroso entre una obra literaria y el público de los
lectores: una verdadera falla geológica. Demasiada maleza y, como he dicho, en
medio –como extraviadas entre el murmullo de tantas lecturas y opiniones,
interpretaciones y valoraciones–, las páginas de Paz, que son lo que debe
permanecer de todo ello”; sin ser especialista, creo que mi fervor por la obra
paciana en vez de abrir una puerta puede establecer una brecha, por eso mi
atropellada respuesta cuando alguien me pregunta: ¿con qué debo empezar de
Paz?, siempre respondo lo mismo: no lo sé.
Supongo
que no debería ser así, podría contar que cargo La estación violenta como amuleto, hablar de las mujeres en “Piedra
de Sol” o ligar la Historia Calamitatum
de Pedro Abelardo y Eloísa con el verso que inicia “déjame ser tu puta” decir,
¿ves?, justo después de la maravilla de estos endecasílabos:
por un amo sin
rostro;
el mundo cambia
si dos se miran
y se reconocen,
amar es
desnudarse de los nombres:
Pero
mi respuesta siempre es no sé. Me abruma mi fanatismo, no quiero alejar a un
posible lector. La celebración de los 100 años de Octavio Paz me ha hecho
enfrentar, una y otra vez, esta respuesta y tratar de modificarla. Hace poco me
preguntaron, ¿qué le recomendarías a alguien nunca lo ha leído, con qué
empezar?, encontré una respuesta:
La vida sencilla
Llamar al pan el
pan y que aparezca
sobre el mantel
el pan de cada día;
darle al sudor
lo suyo y darle al sueño
y al breve
paraíso y al infierno
y al cuerpo y al
minuto lo que piden;
reír como el mar
ríe, el viento ríe,
sin que la risa
suene a vidrios rotos;
beber y en la
embriaguez asir la vida,
bailar el baile
sin perder el paso,
tocar la mano de
un desconocido
en un día de
piedra y agonía
y que esa mano
tenga la firmeza
que no tuvo la
mano del amigo;
probar la
soledad sin que el vinagre
haga torcer mi
boca, ni repita
mis muecas el
espejo, ni el silencio
se erice con los
dientes que rechinan:
estas cuatro
paredes -papel, yeso,
alfombra rala y
foco amarillento-
no son aún el
prometido infierno;
que no me duela
más aquel deseo,
helado por el
miedo, llaga fría,
quemadura de
labios no besados:
el agua clara
nunca se detiene
y hay frutas que
se caen de maduras;
saber partir el
pan y repartirlo,
el pan de una
verdad común a todos,
verdad de pan
que a todos nos sustenta,
por cuya
levadura soy un hombre,
un semejante
entre mis semejantes;
pelear por la
vida de los vivos,
dar la vida a
los vivos, a la vida,
y enterrar a los
muertos y olvidarlos
como la tierra
los olvida: en frutos…
Y que a la hora
de mi muerte logre
morir como los
hombres y me alcance
el perdón y la
vida perdurable
del polvo, de
los frutos y del polvo.
Más
que desplegar avasalladoramente los pliegos de Blanco, más que acudir al sortilegio “Hermandad” (Soy hombre: duro poco / y es enorme la
noche…), a la serenidad de Vuelta
o buscar el estremecimiento que provoca Pasado
en claro (oigo las voces que yo
pienso, / las voces que me piensan al pensarlas. / Soy la sombra que arrojan
mis palabras), he elegido la llave sencillísima de ese poema incluido en Libertad bajo palabra para invitar al
otro a que lea al poeta, que se olvide de las polémicas, de los rumores,
chismes, que no cargue con el fardo de intentar entender los egos que conforman
la República de las letras… sólo lea.
Vuelvo
al texto de David Huerta, para coincidir cuando afirma que “El poeta Octavio
Paz cumple cien años. Sus poemas son más jóvenes que nunca. Es la mejor noticia
imaginable en este aniversario”.
Coda
Y
antes de poner punto final a esta invitación, con la mano recorriendo el
amuleto, reconozco que la respuesta a ¿con qué empiezo? es temporal, que en un
descuido la cambiaría por la línea final de “Hacia el poema”, porque, claro, me
permitiría liberar mi pasión y argumentar atropelladamente que esas cuatro
palabras son las que nos hacen hombres: Merece
lo que sueñas.
@aldan
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