25 octubre 2007

Alejandro Aura

¿Por qué leen mal en voz alta los poetas; cuál es la razón de que la mayoría de ellos juzgue que está bien, que es éticamente correcto, participar en actos públicos leyendo su propia obra y lo hagan mal a sabiendas de que lo están haciendo mal? ¿Qué los disculpa ante sí mismos? Decir que son enemigos de la poesía sería absurdo y acabaría una discusión antes de comenzarla, porque precisamente no lo son. Pensar que es una displicencia arrogante implicaría pensar que se trata de un descuido profesional pero el argumento se derrumba cuando aceptan aparecer leyendo en público, generalmente con muchos nervios y no pocas veces con pánico escénico. No obstante, por encima del pánico y los nervios aceptan voluntariamente y no se esfuerzan en hacerlo bien, o no buscan una solución a la penosa experiencia de ver que el público se desentiende, ve la hora, cuchichea, se levanta, se va. A menos que crean que lo políticamente correcto es ser inexpresivo, inaudible, monótono o atropellado, pero ¿en qué cabeza cabe que sea correcto convocar a alguien a escuchar los poemas y luego dárselos de mala manera, de tal suerte que ni los disfruten ni los entiendan? Que la poesía no es para leerse en voz alta sino en el recato de la intimidad; ok; pero entonces, ¿por qué aceptan hacerlo?

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