en letras de otros
Digo que es preciso ser vidente, hacerse VIDENTE.
El poeta se hace vidente por un largo, inmenso y razonado desarreglo de todos los sentidos. Todas las formas de amor, de sufrimiento, de locura: él busca por sí mismo, agota en él todos los venenos para conservar sólo las quintaesencias. Inefable tortura donde hay toda la necesidad de toda la fe, de toda la fuerza sobrehumana, en la que él llega a ser entre todos el gran enfermo, el gran criminal, el gran maldito -¡y el supremo Sabio! Pues él llega a lo desconocido: ¡Puesto que él ha cultivado su alma, ya rica, más que ningún otro! Llega a lo desconocido, y cuando enloquecido termina por perder la inteligencia de sus visiones, ¡él las ha visto! ¡Que reviente en su salto por las cosas inauditas e innumerables! ¡Vendrán otros horribles trabajadores: ellos comenzarán por los horizontes donde el otro se desplomó!
Arthur Rimbaud. Carta a Paul Demeny
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