Todas
las lealtades, ya sea al escribir o en cualquier otro contexto, son
significativas sólo cuando se las pone a prueba. Ser leal a uno mismo como
escritor es más difícil cuando se empieza: cuando aún no has recibido
suficiente respuesta del público para justificar tu lealtad a él. Las ventajas
de estar en buenas relaciones con tus amigos y familiares son evidentes y
concretas; las ventajas de escribir sobre ellos, siguen siendo en gran medida
especulativas. No obstante, llega un punto en que ambas ventajas empiezan a
equipararse. Y entonces la pregunta es: ¿estoy dispuesto a correr el riesgo de
acabar distanciado de alguien a quien quiero a fin de seguir convirtiéndome en
el escritor que necesito ser? Durante mucho tiempo, en mi matrimonio, respondí
que no. Incluso hoy algunas relaciones son tan importantes para mí que he de
esforzarme sobremanera en escribir en torno a ellas y no a través de ellas.
Pero lo que he aprendido es que existe un valor potencial, no sólo para tus
textos, sino también para tus relaciones, en el hecho de asumir riesgos
autobiográficos: que en realidad quizá estés haciéndole un favor a tu hermano,
o a tu madre o a tu mejor amigo, dándoles la oportunidad de estar a la altura
de que se escriba sobre ellos, confiando en que ellos te querrán por cuanto
eres, incluida tu parte de escritor. Al final, lo más importante es que
escribas con la mayor veracidad posible. Si realmente quieres a la persona
sobre cuyo material estás escribiendo, el texto debe reflejar ese amor. Siempre
se corre el peligro de que esa persona no sea capaz de ver el amor y de que la
relación se resienta, pero habrás hecho lo que al final, llegado un punto,
tienen que hacer todos los escritores, que es ser leales a sí mismos.
Sobre
la ficción autobiográfica. Jonathan Franzen
En guardagujas se publicó El dolor no os matará, texto incluido en Más afuera, donde también se encuentra este ensayo.
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