29 mayo 2008

Corpolalia

Pez

Junto al buzón donde se depositan los formatos para pedir vacaciones, tiempo extra o permisos hay un florero de cristal, desde la boca del jarro una enredadera busca extender su territorio, las raíces de la planta, hundidas en el agua, se descomponen en senderos intrincados.

A primera vista nada distingue ese florero de otros que hay en el corporativo, se requiere fijar la mirada para descubrir que ahí habita un pez azul de aletas largas, traslúcidas. La mayor parte del tiempo el pez flota impasible en el fondo.

A veces, respondiendo a un impulso desconocido, el pez se agita, las aletas se estremecen febriles en un intento por alcanzar la superficie, una borrasca que no logra perturbar el agua, las hojas sin filo de su cuerpo golpean las raíces de la enredadera y quedan atrapadas, inútiles.

La batalla dura unos segundos. Después, la inmovilidad, un dejarse hundir con que logra soltar el cuerpo de las raíces. Vuelve el pez al fondo del florero, donde sólo el delicado funcionamiento de las branquias indica que está vivo, así, hasta el siguiente intento.

En algún momento todos hemos de recibir el mensaje, quien colocó el florero junto al buzón sabe lo que está haciendo.

1 comentario:

nacho dijo...

Hola, espero que las vacaciones cuajen, son necesarias y oxigenantes. Un gusto leerte. Nacho m.

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