27 junio 2010

perdón por intolerarlos: personajes

perdón por intolerarlos
personajes

A una semana de que, finalmente, acaben las campañas y se realice la votación, estos serán los días de las predicciones, todo opinólogo que se precie de serlo buscará la forma de sentar el precedente de su capacidad analítica a través de una profecía, dejará por escrito la apuesta por el nombre del ganador; otros menos arriesgados jugarán la carta de acudir a las encuestas para señalar que, de acuerdo a las percepciones y estados de ánimo de la población recogidos en un sondeo, todo indica que el ganador será tal o cual; los candidatos aprovecharán hasta el último momento para ensuciar todo canal de comunicación vociferando su nombre, incluso aquellos que nunca han estado realmente en el juego, los suspirantes que hacen campaña de testimonio (otra forma de llamar al ridículo pagado por el dinero público) se animarán a decir que, a pesar de todas las señales, hay un alto porcentaje de electores que todavía no se decide y pueden ayudarlos a dar la sorpresa; los medios se doblegarán, otra vez, ante el poderío del señor dinero al seguir la inercia de seguimientos inocuos, como las anteriores, como todas las campañas, una vez más se ha desperdiciado la oportunidad de representar a los lectores, de otorgar un servicio realizando preguntas inteligentes, obligando al debate, presionando para que los partidos presenten propuestas e ideas, pues siempre es más sencillo reproducir el comunicado, imprimir la foto, difundir el inserto; en Aguascalientes, como en otros estados, los reporteros y columnistas aprovecharán estas fechas para el último espaldarazo, que el posible ganador no olvide cuando le fue fiel en sus notas, las veces que evitó exponerlo, la forma en que manejo los datos para que resultara beneficiado, para que cuando llegue al poder se acuerde y lo mime desde los apoyos a la labor periodística o bien desde la nómina, ya se sabe que las oficinas de comunicación son el premio para esos reporteros.

Después del 4 de julio, otra será la dinámica que se repita, igual de aburrida y predecible, las rabietas del perdedor; la suficiencia de quien obtuvo más votos; la desaparición de quien nunca tuvo nada que hacer ni ofrecer como candidato, claro, una vez asegurado el presupuesto a derrochar como partido; el canto estridente y celebratorio de los organismos electorales… En las calles, como las promesas de campaña, de hecho, junto con ellas, se pudrirán bajo el sol y la lluvia kilómetros y kilómetros de propagando con el embellecido rostro de los suspirantes.

Por supuesto, no faltarán quienes para subirse al carro de la victoria recuerden el encuentro organizado, la mesa en que participaron, de todos los sectores y niveles, desde el que arrea campesinos hasta el que organiza borracheras con la comunidad intelectual, esos que siguen tratando a los ciudadanos como segmentos, como masas clientelares que en el fondo terminan sirviendo a un interés particular.

También se repetirá la actuación de los profetas purísimos que apuntan con dedo flamígero a los estúpidos que se dejan engañar y convocan a no votar, señoritos del pelo en la sopa que se dividen en dos facciones: nihilistas y revolucionarios, los primeros sostienen que no tiene sentido votar porque ya todo está arreglado, porque esta no es la verdadera democracia, porque ya todo está perdido, mientras que los segundos despiertan el megáfono de la rima fácil para despertar al pueblo, te llaman camarada, hermano, compañero, y hacen malabares con las fechas, ¡1810, 1910, es hora de incendiar al país!

Somos, de nuevo, los personajes de la caricatura que es la historia repetida, quienes no nos identifiquemos con alguno de los personajes antes listados, seguro pertenecemos al enorme segmento de la mayoría silenciosa, esa que siempre tiene otra cosa que hacer, a la que la indignación le dura los pocos minutos de la nota en televisión o en radio, a los que la ira no nos alcanza para hacer llegar un comentario a los medios, que sabemos el precio de un kilo de cebolla pero no el distrito electoral donde vivimos, los brillantes asesores políticos que dejan fenecer sus ideas en la borra del café, el joven que se ampara en su edad y lloriquea por el mundo que le están dejando.

Somos los patiños que permitimos el insulto constante a la inteligencia, a nosotros están dedicados los lemas de campaña, el blanquecino fulgor del close up, el enmarañado gesto de las manos que no dice nada, la sonrisa purísima que promete volveremos al Edén. Somos los blancos a los que dirigen los insulsos lemas de campaña, el enorme grupo que califican de ingenuos los magos del marketing.

En estas campañas, como en las otras, como todas las anteriores, lo que no hemos sabido lograr es ser ciudadanos, encontrar las formas de participación que cambien las jugadas y triquiñuelas de siempre.

Lo hicimos de nuevo, perdidos en la discusión, la indolencia o el sesudo análisis, limitamos nuestra participación a cruzar una boleta. Ahora, como dice la canción, a chillar a otra parte.






Publicado en La Jornada Aguascalientes (27/06/10)

1 comentario:

Minerva Delgadillo dijo...

Y va, ¿cuál fue el primero? y ¿cuál será el único?

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