Falsos reflejos
Aguascalientes,
por su número de habitantes y extensión territorial, parece condenado a ser una
nota relegada a las últimas páginas de los medios de circulación nacional, y cuando alcanza cierta notoriedad mediática
no es por los logros de su gente, sino por la estulticia de su clase política.
Los
actos de corrupción que se alcanzan a descubrir, como los de la administración
de Luis Armando Reynoso Femat, por su monto, parecen insignificantes en
relación con lo que sucede en otras partes, los actos de deshonestidad
revelados no dan para alimentar que ocupe un lugar en la lista de los más
corruptos; cercado por Zacatecas y Jalisco, sin salida al mar, se limita la
vocación turística de la entidad para convertirse en el destino de las
convenciones nacionales; se anuncia la generación de 500 empleos en un mes,
esos son los números que anuncia el gobierno de la “derrama de amplios
beneficios económicos y sociales sin precedente para todos los sectores
productivos” que se logran con dos plantas automotrices en la entidad.
No
hace mucho Aguascalientes logró cierta presencia en los medios por la
construcción de la Línea Verde, un parque lineal de más de 15 kilómetros que
transformó el rostro de la ciudad, consiguió expandir las áreas de convivencia
y, sobre todo, devolvió a los habitantes de la capital al concepto de espacio
público; sin embargo, eso no basta, poco es lo que puede hacer ese logro frente
al morbo que despierta la banalidad.
Hoy
de Aguascalientes se dice que divide a la población en buenos y malos, donde se
persigue a los tatuados, donde se violentan los derechos… Nada de eso es
cierto, ese reflejo es falso, resultado de las guerras inútiles entre la clase
política, a los que sólo les alcanza para pensar en tres o seis años,
dependiendo del cargo público al que aspiren. No les importa escupir al cielo
ni dejar en ruinas la reputación de un estado, mientras alcance para colocar su
nombre en una boleta.
www.lja.mx
@jornadags
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